En cuanto a la teoría de Pobreza, la línea se fundamenta en los siguientes planteamientos teóricos:
El desarrollo humano, tal como lo expresa el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) (2010:119) “supone la expre-sión de la libertad de las personas para vivir una vida prolongada, saludable y creativa; perseguir objetivos que ellas mismas consideren valorables; y partici¬par activamente en el desarrollo sosteni¬ble y equitativo del planeta que compar¬ten”, partiendo de la premisa de que las personas son los beneficiarios e impulsores del desarrollo humano, ya sea de manera individual o en colectivo.
En consonancia con estos preceptos Max-Neef (1986) y Elizalde (2006) en su propuesta de Desarrollo a Escala Humana plantean una concepción del desarrollo que rompe radicalmente con las visiones dominantes que lo hacen análogo al crecimiento económico abogando por la construcción de una economía humanista que exige un importante desafío teórico: entender y desentrañar la dialéctica entre necesidades, satisfactores y bienes económicos.
Esto a fin de pensar formas de organización económica en que los bienes potencien satisfactores para superar las necesidades de manera coherente, sana y plena. La situación obliga a repensar el contexto social de las necesidades humanas de una manera radicalmente distinta de como ha sido habitualmente pensado por planificadores sociales y por diseñadores de políticas de desarrollo. Puesto que ya no se trata de relacionar necesidades solamente con bienes y servicios que presuntamente las satisfacen, sino de relacionarlas además con prácticas sociales, formas de organización, modelos políticos y valores que repercuten sobre las formas en que se expresan las necesidades.
En consecuencia se requiere para lograr este propósito, ejecutar acciones proactivas, que permitan manejar el enfoque de las necesidades humanas, dejando de lado una gestión social basada sólo en un modelo histórico hegemónico y diseñar modelos de gestión pública en el ámbito social y educativo con nuevos horizontes para alcanzar un cambio o una transformación hacia un desarrollo más armónico y equitativo, proveyendo de un mayor bienestar a la población y así, lograr, el fortalecimiento de la institucionalidad comunitaria, a través del incremento de la participación ciudadana, que según Max-Neef (2001:58), posee: ¨un propósito muy particular que estriba en la búsqueda constante del equilibrio social y en el mejoramiento de las condiciones de vida del ciudadano”.
En cuanto a los Planteamientos Educativos la línea se fundamenta en la Teoría Crítica, la cual se define como una perspectiva que se opone al sometimiento del hombre y aboga por la justicia social, con el fin de llegar a alcanzar un estado donde no haya predominio del sujeto con respecto al objeto ni viceversa, pues constituyen una unidad que se desarrolla en la praxis. (Sánchez, 1988)
De acuerdo con el mismo autor, la expresión “teoría crítica” fue impresa por Horkheimer, para referirse a un tipo de reflexión que permita establecer la relación ciencia-sociedad, orientada a la develación y superación de los intereses ideológicos por medio de la reflexión crítica sobre la actividad teórica –práctica.
Este proceso de revisión crítica de la ciencia, constituida por una comunidad de científicos sociales, surgidos de la escuela de Frankfurt, fundada en Alemania en 1923 (Ferrater-Mora, 1994), quienes develaron las posturas reduccionistas del pensamiento científico de la época para demostrar el papel que ejercen las ideologías en el mismo.
La Escuela de Frankfurt se ha dedicado principalmente a construir y fundamentar un discurso crítico en torno a la sociedad industrial y Postindustrial, donde se cuestiona el valor de la tecnología en relación al progreso, se analiza el valor de la razón instrumental y el papel de la técnica al servicio de los grupos sociales dominantes y en detrimento de los principios básicos de justicia social, igualdad y democracia. (Ayuste, Flecha, Palma y Lleras, 1994)
Los mismos autores señalan que Adorno, Horkheimer, Fromm, Marcuse y Habermas, son los máximos representante de la escuela de Frankfurt, quienes se especializaron en diferentes temas coincidiendo en el análisis de la sociedad capitalista y en la crítica al predominio de la razón instrumental. De esta manera, se conforma una teoría crítica comprometida con la praxis, es decir que no admite una separación entre acción y pensamiento. Su inclusión se justifica como posible opción teórica por cuanto la humanidad se comunica en la convivencia y la interacción.
Entre ellos Habermas (1997) realiza, desde una perspectiva comunicativa, un aporte el cual contribuye a la aparición de nuevas teorías críticas de la educación y a la redimensión de las ya existentes. Este enfoque comunicativo, revela la significación del diálogo y la autorreflexión constante entre las personas como una forma de hacerse consciente de sus propios condicionamientos y liberarse de sus preconcepciones y concepciones que considera suyas, pero que en realidad responden a una ideología condicionada por la escuela, la familia, el estado, la cultura y la religión.
En consecuencia, la escuela debe ser entendida desde otra concepción, como un centro social, político y educativo en donde los actores, permitan el diálogo intersubjetivo, constructivo, participativo y las decisiones se tomen en consenso, dentro de condiciones de igualdad y democracia creciente.
Desde esta perspectiva, no se piensa en término de sujeto-objeto, donde un sujeto saca de la ignorancia al otro, sino más bien en una relación sujeto-sujeto, donde todos los actores que participan aprenden colectivamente a través de un diálogo en el que cada una de las personas contribuyen desde la diversidad de su propia cultura en la construcción y cambio de sus propia realidad.
El verdadero aporte del enfoque comunicativo está, en que no se ve la realidad como una simple reproducción de un sistema, sino como producto de la intervención humana, verdadero motor de la historia y constructor de realidades, y esto se logra a través del diálogo y la reflexión crítica de los actores.
La pedagogía crítica busca consolidar un discurso que supere las limitaciones del discurso pedagógico tecnocrático y posmodernista, donde se tome en cuenta, la voz de todas las personas implicadas en el proceso educativo, con la intención de construir un proyecto educativo común basado en el consenso. A pesar de que existen matices en los planteamientos, sin embargo, algunos autores, especialmente Freire (1999), coinciden de alguna manera dentro de este planteamiento.
Esta línea de pensamiento, enfatiza en estudiar los factores opresivos y deshumanizadores dentro de la escuela. Por ello adquiere especial interés las relaciones de poder como fuerza de negación del otro, y se compromete en una lucha de transformación y emancipación social basadas en relaciones de amor como fuerza de reafirmación, que se establecen en los espacios escolares, la cual es posible a través de la reflexión crítica y permanente de la práctica pedagógica en donde el maestro juega un papel importante como facilitador del proceso de aprendizaje.
En este sentido, se da especial consideración a las relaciones de poder, amor y los procesos reflexivos, como elementos fundamentales para el desarrollo de una pedagogía crítica de la esperanza.
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